Qué hacer ante un menor caído en la piscina
Un estudio de la Universidad Andrés Bello dijo que estos accidentes son la primera causa de muerte en niños de uno a cuatro años en Chile. La mayoría ocurre en verano, en lugares de recreación, playas, ríos, lagos o incluso en la propia casa.
Ante una caída a una piscina o en las playas, las personas pueden sufrir lo que se conoce como un semi-ahogamiento, inmersión que no origina la muerte, pero puede dar lugar a lesiones secundarias en el cerebro, el corazón y los riñones, producto de la falta de oxigenación a los tejidos durante el periodo que permanece sumergido.
El pronóstico de sobrevivencia libre de lesiones, está directamente relacionado con el inicio precoz de la resucitación efectuada en el mismo lugar del accidente. Quien realiza el rescate debe sacar al niño del agua y mientras realiza respiración artificial boca-boca, ponerlo en una superficie plana y rígida, y protegido por una toalla. Debe asegurarse también de que el lugar esté libre de peligros.
La primera y más importante acción es abrir la vía aérea, es decir, inclinar la cabeza y elevar el mentón, esto permitirá que entre el aire por la boca hacia los pulmones, posterior a ello se debe dar inicio al masaje cardiaco, con 30 compresiones torácicas, en el tercio inferior del esternón, hueso que se ubica en el centro del tórax, con una o dos manos, dependiendo del tamaño del niño.
Es muy importante, que las compresiones sean fuertes y rápidas, como para alcanzar una frecuencia de 100 latidos por minutos, y tan profundas como para deprimir un tercio del diámetro antero-posterior del tórax. Esto ayudará al corazón a impulsar la sangre con la cantidad de oxígeno residual a los órganos vitales, siendo el más importante el cerebro.
Luego se debe continuar con 2 respiraciones boca-boca, cerrando la nariz del niño para que el aire no se filtre, y en los niños pequeños, su boca debe cubrir la nariz y boca de éste, el aire necesario es el volumen de una respiración normal. Siga realizando la reanimación, es decir 30 compresiones torácicas y 2 respiraciones boca-boca, hasta que llegue personal médico entrenado. El realizar estas acciones sin interrupción se asocia positivamente con la supervivencia y menor probabilidad de secuelas en las víctimas.